Flor con pétalos de vidrio
Carolina Riquelme
Recoleta
Cegada por sus sentimientos, se convirtió en algo que no era ella. Limitada al aseo, a cocinar, a solo estar al cuidado de sus hijas, su vida se transformó en una eterna y desgastante monotonía. Todos los días para ella se volvieron iguales.
Ella circula en la rutina de la crianza, a través del vidrio de la ventana de su casa ve como la vida avanza para otras mujeres, pero ella siente que algo se detuvo, que la doblega la voluntad de quien la acompaña: no se resigna a una vida en donde la prescripción de la vida diaria se escriba con letra machista.
Las semanas y los meses la van llenando de fuerzas para inventar una nueva ruta para su vida y la de sus hijas, hasta que le resuena esa frase tantas veces dicha: mejor sola que mal acompañada.
Sabe que nada será fácil, pero tampoco lo ha sido del todo hasta ahora. Ella aprendió que las palabras oprimen, ahogan y agobian cuando no salen de la boca del amor bueno.
En la búsqueda del sustento se enamora del vidrio y con sus manos empieza a elaborar piezas que con la experiencia cobran más belleza, como ella.
Poco a poco el cristal y sus colores se vuelve su oficio y forma parte de Mujeres Unidas por el Arte de Recoleta, abriendo oportunidades para poder mejorar sus ingresos comercializando las piezas que diseña y elabora.
Se asocia con su compañero y empieza a llevar sus creaciones a ferias. En tiempos duro de pandemia crea piezas para mosaicos y la buena venta premia su esfuerzo.
Se florece hasta en el fango. Ella ya no mira la vida pasar a través del vidrio de su ventana. El vidrio es su aliado, su transparencia y sus colores han sido cómplices en esta nueva vía, en este nuevo renacer en la vida propia.
Ninguna mujer tiene un destino predeterminado, cada una puede volverse protagonista de sus propios desafíos y sueños. Ella lo hizo.
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